sábado, 26 de enero de 2008

Ego sum Papa.

Acudí a la siguiente escenificación para ilustrar uno de los mayores errores:

¡El Papa soy yo!

Voy a demostrar la anterior aseveración. Empiezo considerando la siguiente igualdad

x=y.

Multiplico ambos miembros de la igualdad por x,

x²=xy.

Resto y² a ambos miembros de la igualdad,

x²-y²=xy-y².

Suma por diferencia es la diferencia de cuadrados, y saco factor común,

(x+y)(x-y)=y(x-y).

Simplifico los factores iguales de ambos lados de la igualdad,

(x+y)=y.

Pero, x=y, así que

2y=y.

Luego

2=1.

Además, el Papa y yo somos dos; pero, yo soy uno. Por tanto como dos es igual a uno: el Papa soy yo.

lunes, 21 de enero de 2008

¿Qué es π?

Yo: ¿Qué es π?

A1: π es un número.
Yo: Pero si esa, a secas, fuera la definición, tendríamos que: como π “es un número” y como 19 “es un número” entonces ¡π es 19!

A2: π es 3.14.
Yo: ¿Es 3.14 o 3.1416?
A2: Bueno, también es eso.
Yo: ¿También? Pero… ¿Es 3.1416 o 3.1415972?
A2: Pues ese también será, digo yo…
Yo: Entonces, ¡π son tres cosas diferentes a la vez!

A3: π es infinito.
Yo: ¡¿Y cómo es infinito si también es más pequeño que 4?!

A4: ¡Es que π no se puede escribir!

Me fui a la pizarra y con la tiza puse: “π”.

A5: π es una tecla de la calculadora.
Yo: Y… (Perplejo y maravillado yo, pues no sabía si era una broma o no.) Cuando no había calculadoras ¿π no existía, no se usaba, no era útil,…?

Siguió la charla con similar éxito, hasta que finalmente contesté yo mismo a la pregunta inicial.

Yo: Consideramos una circunferencia cualquiera. Sea a, el número por el que hay que multiplicar la longitud de su diámetro para obtener la longitud de la misma. Consideramos otra circunferencia cualquiera diferente a la anterior. Sea b, el número por el que hay que multiplicar la longitud de su diámetro para obtener la longitud de esta nueva circunferencia. Resulta que ¡los dos números a y b son iguales!, ¡son el mismo número! Bien; entonces a este número, que es independiente de la circunferencia considerada, que se define como “el número por el que hay que multiplicar la longitud del diámetro de cualquier circunferencia para obtener su longitud”, se le llama π.

Parecía que todo había acabado cuando, sin dejar que se alargase la pausa, pregunté:

Yo: ¿Por qué a y b son iguales? O sea: ¿por qué existe π?
Yo: Y… ¡¿Qué tiene que ver Thales con esto?!

Hubo silencio.